Será un engaño a la muerte
Cada órgano de mi cuerpo desaparece. Al mismo pulso, también mi energía, mi espíritu, mis pensamientos y mi paz. Pero si es una ley que se cumple aquello de que no se pierde lo que existe, lo que de mí ya se degradó está en otros lugares, otras personas o conjugaciones de tiempo: en un pasado inmediato, en un presente paralelo que ocurre en alguien más, en un futuro que no podré contemplar. Quizás al mirar otra vez la piel gastada de mis manos ese misterio se revele entre lo que soy, entre lo que dejo.
Será el engaño a la muerte.
Vivir sabiendo que un poco de mi piel
queda en los roces
con otras pieles. Mi fuerza
está en la raíz que trasplanté
y ahora crece
con la obstinación con la que incluso yo,
escribiendo esto, me aferro a la vida.
Mi fe
ya es la fe de otros. Mis pensamientos
están en algún libro.
Y en la tierra,
quedará mi paz.
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